miércoles, 26 de enero de 2011

¡Un poquito de por favor! ¡No hagan sangre!

   ¿Porqué?, ...y digo yo, que porqué...¿Porqué hay partes del cuerpo que cuando más necesitas que te obedezcan, hacen su santa voluntad?
    ¿No era el cerebro el que supuestamente marcaba la pauta, el que ordenaba a los músculos lo que debían hacer?...y entonces,¿ porqué puñetas (con perdón), se revelan en el momento más inoportuno?, ¡cuando deberían ser soldados fieles a su general, va y se amotinan, haciendo lo que se les antoja!
   ¿Porqué cuando deberías marcharte, te quedas clavado como un palo, en el sitio más inoportuno, y en el minuto más comprometido?
   Tú no deberías estar alli...¿¡Qué demonios haces allí parado!? ¡ Lo sabes! ¡Quieres irte!
   Todos los razonamientos inundan tu mente... Pero tú estás allí quieto, inmovil, con cara de lelo, pensando: ¡Vete! ¡Sal de aqui! ¡Camina! ¡Es facil, un pie después del otro! Lo has hecho más veces, de hecho, no hace ni un segundo venías andando... Pero nada...ni tus pies, ni tus piernas parecen entender el mensaje que tan desesperadamente les has mandado...y te dejan tirado y plantado, incapaces de llevarte a otro lado. Te mantienen anclado a un presente inoportuno (o por lo menos eso crees).
  ... Pues en esas estamos, con cara de tontos e incapaces de mover un solo músculo...Y pasa el tiempo despacio, muy despacio. Se suceden las imágenes del presente ajenas a ti, como si fuera una película a cámara lenta...Te miras a tí mismo, sin poder hacer nada. Nadie obedece, ¡es la revelión muscular!
   Mientras, si eres prudente, procurarás decir poco. Si eres adiestrado en estas lides comprometidas, intentarás por todos los medios, no intervenir en ese presente y no abrirás la boca, callarás como una persona inteligente...pero no...eso casi nunca sucede, y la parálisis que nos afecta a los miembros inferiores, es inversamente proporcional a la verborrea que sale, en ese preciso instante a borbotones por nuestra boca.
   ¡Cómo es posible, que hablemos tanto de algo que no nos incumbe, de lo que no sabemos nada, y con tanta pasión! ¡Pero quién nos ha dado vela en este entierro!
   ...Pues nada, allí estamos, inválidos de cintura para abajo y con la lengua desatada, que no calla, con la sensación de que nuestro cuerpo está poseido.
   Gracias a Dios, estas peculiares situaciones no son eternas, y el hechizo al que nos tenía sometido un hada juguetona, pierde su efecto, y de repente, sentimos que ya podemos irnos a casa, oímos que el cerebro nos manda callar, avergonzado de las tonterias que hemos dicho (...algo así como: ¡¡ cierra esa enorme bocaza ya, por Dios!!)
   Y con las mismas, como si nada hubiera pasado, volvemos sobre nuestros pasos en dirección a ninguna parte, (el caso es marcharse de allí raudo y veloz), esperando que esto vuelva a suceder lo más tarde posible.
   Así que, por favor, si ven a alguien que parece congelado en el presente, que está donde no debería estar, que además dice lo que no debería de decir, ¡un poquito de por favor!, ¡tengan lástima y no hagan sangre! ¡que no está hacierndo su voluntad! Seguramente sólo quiere que se le trague la Tierra.

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