lunes, 20 de junio de 2011

Quiero atrapar las olas del mar.

   Termina una semana intensa. Haciendo memoria, y mirando hacia atrás, desde el fin de semana pasado hasta hoy, parece que hubiera pasado una eternidad, y sólo lo han hecho, uno tras otro ocho días, eso si, tan llenos, que podrían ser ocho meses.
   Ha estado marcada sobre todo, por dos muertes. El sufrimiento de sus seres queridos, el dolor que la pérdida produce, y el intento vano de consolar lo inconsolable. El deseo, de que para ellos la rutina vuelva y les haga retomar su vida, que a partir de ahora será diferente.
   Estos tristes momentos me enseñan, entre otras cosas, que si no existieran no apreciaríamos los buenos. Que el amor siempre vuelve, que siempre ha estado, que siempre ha existido dentro de ti y a tu alrededor, pero que sólo a ti te toca descubrirlo. Parece que la muerte lleva un cartel colgado que dice: Nadie es único, nadie es imprescindible, siempre hay otra posibilidad, pero no cualquiera, existe esa que te gusta, así que no te conformes con menos, lo que quieres está a tu alcance, sólo hay que mirar con ojos atentos, sin prejuicios, sin velos. Hay que mirar más allá.
   La muerte me muestra de manera brusca, que no hay nada que temer, que hay que ser valientes, que ante ella no vale el qué dirán, o las expectativas que otros ponen en ti, o lo que debes hacer, o lo que otros esperan que hagas, o el miedo a equivocarte, o al ridículo, o al futuro. La muerte te enfrenta con el presente, te arrincona, te mira a los ojos y te pregunta sin tapujos, si lo que eres ahora, lo que sientes ahora, es lo que sinceramente quieres ser o hacer, y si no es así, si te merece la pena luchar por aquello que te hace feliz.
   Uno piensa, que si tenemos la suerte de vivir esta maravillosa vida, llena de pesares y de alegrías, deberíamos hacerlo libremente, de acuerdo a nuestra conciencia, siendo consecuentes con nuestras creencias y pensamientos,con intensidad y respeto hacia los demás.
   Igual que consuela el saber que el dolor pasa de una u otra manera, para mi sigue siendo más difícil saber que esos instantes únicos y maravillosos, que ese placer tan intenso y fugaz, tan divertido, o tan especial, una vez vividos son pasado.
   Quiero atrapar las olas del mar entre mis dedos, aún sabiendo que es imposible y sufro viendo como resbala el agua salada entre ellos.
   Para todos aquellos, que como yo, no se recrean en su dolor, sino en los buenos momentos pasados y quieran, apresar en una red las puestas de sol, o colgar la luna llena de un farol; que sepan que siempre estará  allí ese mar para bañarnos en el, con un agua distinta cada vez,. Que cada día nos traerá un atardecer que teñirá  nuestro cielo de un color distinto, y su belleza será inmensa, independientemente desde donde lo observes. Y que la luna y la miriada de estrellas que hoy nos obnubilan, lo harán eternamente, desde el desierto o en alta mar.
   Creemos que no existirá nada igual, pero la vida se supera cada día, y nos sorprende  con otro momento, otro trabajo, otro olor, otro sabor, otro amor, otro libro, otra canción, otro amigo, otro viaje, otra idea.

   Intentémoslo,con todas nuestras fuerzas:
   Hagamos el presente consciente.
   Merece la pena

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