domingo, 9 de octubre de 2011

CAUTIVADORES MAESTROS

   Llevo días dando vueltas a a la idea de escribir sobre la educación en nuestro pais, supongo que el ver a un estupendo y entregado profesor de mi hijo mayor, encerrado, manifestándose y saliendo en la contraportada de uno de los diarios más importantes siendo entrevistado, ha debido de tener algo que ver.
   Y la conclusión que he sacado, es que ni tengo el tiempo, ni los conocimientos, ni la capacidad, para inmiscuirme en un tema tan importante, profundo y extenso como este.
   Así que por amor y respeto a esta profesión tan fundamental e infravalorada en nuestra sociedad, lo dejaré para personas más doctas que yo. 
   Quizás sería que realmente de lo que quería hablar era de lo que si que conozco: de los enseñantes, educadores, docentes, tutores, mentores, profesores, maestros.
   Primero y sobre todo en homenaje a mi padre, que dedicó más de cuarenta años de su vida a la educación.
   De el aprendí el valor de la constancia, del esfuerzo, del trabajo individual y compartido, de la responsabilidad, de la disciplina, del respeto al otro. Pero sobre todo el amor por el conocimiento, la búsqueda constante de respuestas a tus preguntas, la satisfacción de obtener por ti mismo la solución, la curiosidad por lo nuevo, el interés por comprender la naturaleza y sus leyes físicas, la historia, el arte, la literatura.
   Me ayudó a descubrir a los buenos maestros, y a aprovechar todo lo que ellos me podían ofrecer. Tuvo su efecto y sigue teniéndolo. Esas personas han ido pasando por mi vida hasta hoy en día, y en todas ellas he encontrado la capacidad para transmitir la información necesaria, el deseo de compartir y explicar aquello que saben, la obsesión porque nadie se quedara sin saber aquello que era esencial, el querer transmitir tus capacidades y el buscar la forma de llegar a aquellos que tienes delante.
   Admiro a quien teniendo muchos conocimientos, los enseña en el momento que debe, dando sentido y tiempo al aprendizaje. Ofreciendo la información cuando sabe que estás preparado para asimilar lo que te llega, cuando te servirá para algo.
   No es importante el lucimiento personal, ni el aturullar con ingente cantidad de datos, sino que hay maestros que conocen a sus aprendices, lo que estos saben y lo que necesitan llegar a conocer. Saben cuando pueden exigirles todo, y cuando has de esperar a pedirles más.
   Disfrutan viendo crecer a los alumnos, viendo como asimilan lo que les ofrecen. Observan cómo evolucionan sus capacidades y cómo utilizan lo que ya dominan.
   Hay maestros que evolucionan a la vez que lo hacen sus alumnos, porque se alimentan de su curiosidad y de sus ganas.

   Contestaba así Ana María Moix, a la pregunta de qué es un buen docente:
"Es vocacional, el que ama a los niños. Un buen profesor es seductor, es el que seduce al alumno. Si un profesor te cautiva, buscarás su aprobación y aprenderás. Sin seducción no hay aprendizaje."
 
   Hay personas que vuelcan sus energías en dar lo que tienen con inteligencia, paciencia, ilusión y seducción.
 
   Tal vez hubiera sido más acertado publicarlo en veintiocho dias, pero ha sido hoy.

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