martes, 4 de junio de 2013

Un brindis inspirado por Luka.

   He de pagar una deuda, (eso sí, prometida entre nachos con guacamole, cervecitas y mojitos de sobremesa, aderezada con efluvios de barbacoa y ambientada con una todavía tímida primavera), y a ello me pongo.
   Mi respuesta a la petición de post relegado, fué que no siempre tengo inspiración o ganas para escribir sobre lo reciente, (tal vez fuera sueño o resaca, no sé, pero queda mucho más fino decir que es falta de musas en mis alrededores más cercanos)
   Bueno, pues ya me ha llegado...¡y cómo me ha llegado!...¡no podréis decirme que os asocio con pensamientos poco acordes con vosotras!...¡cómo no me va a inspirar Luka Sulic, por Dios!...¡qué video, qué canción más romántica!...¡qué caritas, qué sentimiento!...¡qué mono está con sus converse!...¡chica, quién fuera chello!...¡vamos, que me he inspirado totalmente y me lanzo ya mismo con vuestra entrada!
   Primero un brindis por nosotras.
   Un brindis por nosotras cuatro, pisando fuerte y con garbo (y con supertaconazos, claro) las calles de la capital, cual amazonas bien armadas y retrepadas sobre sus briosas cabalgaduras (¡toma ya la frasecita complicada que me ha salido!) con ánimo guerrero, y pelín chisposo.
   Ya es de noche. (Porque todo hay que contarlo, y es que salimos casi a la hora de la merienda para ir a otros eventos teorico-prácticos, en transporte público, eso si, que luego hay que volver, y si queremos hacerlo libres de multas y bebiendo lo que nos dé la gana, no hay otra forma que en taxi)
   Y si, se ha hecho de noche y atravesamos la Puerta del Sol abarrotada, parece que fuera el día treinta y uno de diciembre. ¡Madre mía que agobión!
   Subimos por la calle de la Montera. Aquí he de hacer un inciso. Inciso que no tiene nada que ver con el tema, pero que vengo comentándolo desde hace tiempo con mis allegados. Pues bien, a ello: como ya sabrán por otros post, yo he nacido y crecido en el centro de Madrid, y he paseado sus calles hasta la saciedad. ¡Cuántas veces no habré hecho el mismo recorrido, desde Atocha, Carretas, Sol, Montera, y la Gran Via, o Fuencarral! no sé, infinidad. He visto cambiar el ambiente y sus paseantes según pasaban los años, y me he ido acostumbrando a lo nuevo que se veía.
   Pero tengo grabada en mi memoria la imagen de las putas. Desde mi mirada de niña, no eran ni buenas ni malas. Nunca me las ocultaron mis padres, ni me hicieron comentario alguno. Allí estaban. Formaban parte del mobiliario urbano. Yo las miraba con atención, creía que disimuladamente, pero eso no se me ha dado nunca bien. (Entre otras cosas, porque siempre he tenido el convencimiento de que tras los cristales de mis gruesos cristales de miope, nadie me veía. Y por tanto, yo podía espiar tanto como mi curiosidad infantil me urgiera, sin miedo a ser descubierta) Unas estaban apoyadas en las paredes, otras sentadas en los escalones de los portales, otras junto a las señales de tráfico, y otras paseando. Tenían una edad indeterminada, no se sabía si tenían mil años o quizás sólo cien. Eso sí, para mí, todas tenían un aspecto muy desagradable. Cuando fuí creciendo, comprobé que su aspecto no era mucho peor que el de los hombres que buscaban sus servicios.
   Esa es la imagen que yo tenía hasta hace poco de la calle Montera. Pero hará ya unos cuantos años, cuando empezaron a poner tiendas de ropa de moda, cafés, y a remodelar la zona, iba de compras, y al salir no sé si de Zara, o H&M, u otra tienda similar, me percaté de unas chicas a la puerta fumando. No supe si eran dependientas de las susodichas cadenas, o prostitutas. Lo he vuelto a comprobar, y esta vez acompañada de mis amigas, con las que hemos llegado a la misma conclusión: las putas de hoy son muchos más jóvenes, más guapas, mejor vestidas y cuidadas. ¡Da gusto verlas, donde va a parar con las de antes! (Sinceramente, sale uno asqueado de todas maneras, porque da pena ver que chicas tan jóvenes no tengan otra salida que esa, es injusto y vergonzoso)
   Y terminada esta disquisición, que concluye con un pedazo travestón negro con vestido transparente apoyado en el semáforo, continuo con mi relato.
  Cena en Los Rotos, (que seamos muy finas, no significa que no nos pongamos hasta el c--o de cosas ricas...que la noche es muy larga y hay que proteger el estómago...¡ay, qué todo nos gusta!...¡qué pena!), lo que no es óbice para que nos lancemos a las gominolas antes de que ni siquiera nos tomen nota de los cócteles que vamos a degustar; a saber: un Berry Caipirissima, un Pisco Sour, un Cosmopolitan, y para mi, como no, un Margarita.
   Sentadas junto a un ventanal desde el que vemos correr la Gran Via.
   El ambiente moderno, elegante y cosmopolita del Museo Chicote invita a una conversación divertida y relajada, de esas nuestras en las que nos quitamos la palabra unas a las otras, de esas que perdemos el hilo de la frase para enlazarla con alguna chorrada sin sentido, de esas en las que nos saltamos de un tema a otro sin previo aviso.
   He de deciros que me sentí como las chicas de "Sexo en Nueva York". Me encanta recordar esa imagen nuestra subiendo por la Gran Via, las cuatro juntas, subidas a los tacones más altos y con las risas más locas y divertidas. El bullicio acunando el rítmico taconeo, las luces de los anuncios de neón, los coloridos escaparates, las farolas encendidas jalonando las aceras.
   El resto de la noche en el Larios Café.
   Y...¡Oh, perdón, se me olvidaba!...¡Qué me decís del empañamiento de cristales del taxi!...¡qué pobre, que noche le dimos!...¡Eso si, la carrera le valió la pena!


   No me decidía sobre el video que acompañaría a esta entrada, así que os propongo dos a elegir. Uno, por supuesto el de Luka Sulic (¡pero mira que es guapo el jodío! ¡algún defecto muy gordo debe de tener, porque parece un dios griego, o un angel en la tierra o algo así!) (¿ustedes creen que pondrá el mismo empeño y sentimiento en otros menesteres?...¡ya me entienden!)y otro más discotequero, de los que me gustan a mi para bailar, reivindicativo, pues eso, de los de "porque yo lo valgo y me da la gana",como recuerdo de nuestra salida.








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